Esta mañana, cuando amaneció, tenía la certeza profunda y absoluta de haber dormido acompañada.
Tenía un olor inconfundible, característico, en mis manos, en mi pelo, en mi cuerpo.
El sabor de una piel mil veces besada, permanecía, remanente, en mi lengua.
Al abrir los ojos, y despertar por completo, supe que no era más que un sueño.
Ah!, que ganas tengo de que se haga realidad...