lunes, 11 de abril de 2011

Abril 11 de 2011

Antes que nada, quiero disculparme con las de mi especie porque después de esta entrada muchas me van a odiar.
Y de paso aclarar que no soy machista, que no ando en contra de nosotras, ni jugando a ser una reveladora de verdades.
Para mi convicción y solo de mi cabeza, para entender cosas y dejar de sacar conclusiones a la ligera.
Pensando mucho en las "rarezas masculinas", en su capacidad infinita de cambiarnos el escenario de juego y de ser un día unos y otro día otros, pues llegué a ciertas conclusiones. Aclaro que no quiero sacarlos a todos en limpio, porque algunos no tienen ni idea de lo que quieren o donde están parados, pues noté que somos más nosotras las que cambiamos las reglas y escenarios del juego.
Que cómo así??? si nosotras no hacemos Naaaaaaaaaaaaaaaaaada malo... Me explico, resulta que los hombres (generalizando aunque en este caso me refiero a la mayoría), cuando empiezan algo con alguna de nosotras, nos la ponen bien clara. De entrada sabemos que quieren. Y nosotras muy bonitas, para engancharlos, pues les aceptamos las cosas como son.
Cuando ya sentimos y estamos convencidas (si, claro) que los tenemos súper seguros, entonces empezamos a dibujar escenarios posibles, que nos gustan más. A exigir cosas que de entrada cedíamos por pura y física conveniencia, para que la carnada fuera creíble.
Pero señoritas, ellos no cambian, las que cambiamos somos nosotras, esperando que ellos no se den cuenta y cuando no se amoldan al antojo de cambio que tenemos (porque no es capricho, es solo antojo), entonces los raros y que han cambiado, son ellos.
Si, ellos son mas inmutables que nosotras, mas estables, menos llenos de fantasías y maricadita varia en la cabeza.
Si uno de mujer, aprende eso, se hace menos pajas mentales y aprende a vivir mejor.