miércoles, 10 de febrero de 2010

Febrero 10 de 2010, 1752

Cuando te veo, me da una sensación rarísima debajo del ombligo.
Y te imagino muy cerquita, donde pueda olerte y tocarte con las pestañas.
Y me muero de las ganas de meterte muy adentro de mí, sentirte así, prisionero de mi deseo, compañero de mi deseo, dueño de mi placer.
Y abro los ojos, me muerdo los labios y me quedo en silencio. Pero que me da una sensación rarísima debajo del ombligo cada vez que te veo, me da.

martes, 2 de febrero de 2010

Febrero 2 de 2010, 1644

En este pueblo, cuando álguien muere, doblan las campanas.
Ese sonido me arruga el alma, me da un poquito de miedo y como si se me oscureciera la alegría por un instante. Da igual si el muerto es o no conocido. La sensación es la misma.
Cuando pasa el cortejo fúnebre, la plaza enmudece. Ni una canción, ni un murmullo, ni un niño corriendo tras un balón. Las palomas suspenden su vuelo en el aire y los perros se ahogan con un ladrido atravezado en el hocico, como un hueso de pollo.
Por qué cuando a alguno se le muere el amor en el pecho, ¿no doblan las campanas?, ¿ni suspenden su vuelo las palomas?, ¿ni se ahoga un ladrido en el hocico de los perros del parque?