jueves, 18 de octubre de 2012

Octubre 18 de 2012, 1530

Tengo como formación, por ser hija y hermana de las mujeres mas rosadas y cursis que conozco, el maldito vicio de pensar demasiado. 
Tal vez porque soy mujer las ideas no paran de dar vueltas en mi cabeza. que envidia me dan los hombres que pueden aquietar la mente y dejarla en silencio.
Pero yo no puedo. Pienso en el antes, el durante y el después de todo, todo el tiempo.
Me enerva terriblemente la idea de pensar en el ocio como algo productivo. El ocio para mí es dormir o ver tele, pero mientras tanto pensar en qué voy a hacer más tarde. 
Pensar y pensar y pensar. Arreglar, ordenar, hacer planes y proyectos que muchas veces se quedan en planes y proyectos.
Este año me ha obligado a la quietud física. Pero la quietud mental... Ah que bueno sería encontrarla.
Mil trescientas diez y siete cosas me asaltan por minuto. 
Este pensar en mañana, en que todo se solucione, en que por fin sepan qué van a hacer conmigo los cuatro doctores que llevan mi caso de síntomas recurrentes y tediosos, que no tienen origen aparente hasta ahora, en la próxima cita, en el exámen escabroso que sigue, o no tan escabroso pero que podría solucionar mil cosas...
Y sigo pensando...
Pero no hago mayor cosa.
Me prometo escribir más, leer más, terminar la bufanda azul que está cansada de recoger mugre encima de mi mesa de noche, sonreir mas, hablar mas con mis amigos, o escribirles o leerlos y dejarles una nota en el blog...
Pero no hago nada...
Hace mil años que no entraba acá a leer, a escribir, sigo teniendo sueños cienmetrográficos, como dice Don Moscardón, pero no los escribo, y pesadillas horrendas que me sacan de la calma deliciosa de las noches, donde no pienso, donde nada duele y solo tengo que yacer vegetal entre las cobijas.
No sé... Seguiré pensando, y tratando de hacer mas, por lo menos mas allá de la maravilla de mi mente.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Octubre 12 de 2012

Créeme cuando te digo que han pasado semanas desde que te busco.
Quienes te conocen me han dicho que ya no eres la misma de antes, que cambiaste y estas triste.
Te he visto... bueno, en realidad he visto la luz que sale de tu ventana cada noche. No me hablas, no me miras, no me atiendes cuando te llamo.
Yo solo puedo seguir buscándote y preguntarme dónde se han quedado tus risas y tus cantos. 
Quisiera saber qué pasó con el color alegre de tu mirada y tu sonrisa.
¿por qué se apaga el sonido de tu voz, cuando debería ser fuerte como antes?
Tus pasos suenan apagados y llenos de tristeza. Quisiera creer que es cautela, pero también lo fuiste aunque usaras zapatos de tacón.
Se que has cerrado tu ventana a los sueños y ahora, en las noches, solo te rondan turbias pesadillas.
Quiero encontrar tus flores...
¿dónde estás niña del espejo?