viernes, 22 de julio de 2011

Julio 22 de 2011 , 1042

Nadie puede saber lo que me duele verla así. Llorando, triste, pensando que lo que le pasa es un castigo.
Nadie se imagina mi impotencia y la rabia que siento al saber que se siente miserable y culpable.
Yo no puedo hacer nada más que acompañarla en silencio, oírla quejarse por haber sido irreflexiva y confiada. Por confiar en quien amó y le dijo que era la única, que nunca podría hacerle daño porque ella era importante para él.
Ahora está enferma. Su tranquilidad y su felicidad dependen de unas pastillitas blancas que deberá tomar de por vida.
Yo la veo y solo pienso en lo egoistas que podemos ser los humanos, en lo falsos y mentirosos, en lo cobardes que somos al no asumir que podemos ser contagiosos, virulentos. Jugando con la gente que nos ama, ocultando la verdad de nosotros mismos.
Yo la veo muerta de miedo, sabiendo que esto puede alejar a todos los hombres de su vida futura. Sabiendo que será juzgada cada vez que se queje, cada vez que sienta dolor. Sabiendo que le diran que son males buscados.

Yo la veo y cuando está así, solo puedo pensar en esto:


Que suene a regaño, no importa, por favor tenga siempre a mano un condón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Carajo!
No hay derecho.
Saludos.