martes, 10 de abril de 2012

Abril 1o de 2012, 1723

A mí me gusta Bogotá.
Me gusta el clima frío y nuboso.
Me gusta que haya tanto por hacer, los museos, bares, barrios bonitos. Me gusta La Candelaria e ir a tomar el algo a la repostería francesa aunque quede lejos.
Me gusta la topografía tan amigable para caminar sin mucho lío.
Pero lo que no me gusta, lo que me emputa soberanamente ( y me perdonan el soberanamante), es que sus habitantes se hayan acostumbrado a vivir entre el mugre.
Me choca ver que no laven los buses y que por dentro huelan a rincón de loco.
Me fastidia ver locales de comidas, en centros comerciales enormes, llenos de papeles en el piso y vasos vacíos en las mesas. Y que nadie los recoja, ni el que los usó ni los responsables del local.
Me aterra ver cómo la gente tira a la calle la basura de la forma mas impune y descarada.
Me molesta caminar por los parque llenos de mierdas de perros. Porque los perros andan sueltos y los dueños se dedican a chismosear con los dueños de otros perros, sin tomarse la molestia de recoger el "regalito"de su mascota. Y la mayoría de los que recogen, dejan la bolsita en el lugar donde el perrito hizo. Mas o menos lo mismo que si no recogieran.
Me pregunto cómo serán sus casas.
Me molesta, sí. Vengo de una ciudad donde nadie raya los buses o el metro, donde encontramos canecas en cada esquina y se mantienen vacías. Donde a la gente le duele el espacio que habita y se compromete a mantenerlo por lo menos en las mismas condiciones en que lo encontró.
Dicen que en Bogotá hay de todo menos Bogotanos, pero lo menos que uno debe ser es responsabilizarse por el lugar que ocupa en una ciudad

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