Otra vez suena el despertador a la misma hora de todos los días.
Se levanta a hacer lo mismo de todos los días.
Y sale a caminar a hacer alguna vuelta de las de todos los días.
Ahora que nadie le habla se ha dedicado a escuchar conversaciones ajenas.
Miguel tómese un yogur.
A mí la que siempre me cuenta es esa amiga suya.
Yo lo que vi seguro era un muerto, eso parecía un bulto envuelto en unas sabanas de flores.
Y llega la noche, soledad acompañada.
Se desviste para nadie como todos los días.
Y se duerme, esperando que mañana sea un día distinto a todos los días.
Pero sabe que no.
Hay cosas que nunca cambian.
domingo, 13 de julio de 2014
Julio 11 de 2014 23:51
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