lunes, 4 de julio de 2016

Julio 4, 1121

Contar los días felices es fácil, muy fácil. Mucho más que contar cada instante y demorarse horas recordando cada uno.
Aprender sin garrote, sólo con miel, y guardar ese dulce para siempre.
Aprender que cada momento es como leer un libro, saber que se va a acabar algún día y tenerlo en la biblioteca para poder acariciar su lomo de vez en cuando, ojearlo, olerlo y seguir.
Será, tal vez, el secreto enamorarse de todo, de todos, sacarle a cada momento, a cada persona lo más bonito que puedan dar y seguir, sin quedarse con los pies ahí pegados como en cemento.
Sólo gratitud para este libro al que le faltan unas pocas páginas, pero que será uno de mis favoritos para siempre.