martes, 21 de octubre de 2008

Octubre 21 de 2008, 1952

Se levantó de la cama muy despacio y empezó a vestirse.
Ella, fumaba lentamente cubierta con la sábana.
-Sabés,- le dijo él mientras tenía un zapato en una mano y una media en la otra, -Me siento medio raro.
Ella, apagó el cigarrillo y se paró de la cama. Seguía desnuda. Con una sonrisa extraña, con una sonrisa en un solo lado de su cara, se le acercó.
Le ayudó a ponerse los zapatos.
-Qué es lo que sientes?.
-No sé, como si me faltara algo...
Ella no pudo evitar la risa junto con un pensamiento bastante acertado sobre lo que había "perdido" él en las últimas 4 horas, pero no dijo nada.
-De verdad, no te rías, siento como un hueco en el pecho, como sí...
Ella lo miró y la sonrisa se le borró de la cara, con una mueca parecida a un bostezo, salió una mariposa de su boca.
-Dale, cogela, igual parece que no estás listo para entregarme el corazón como dijiste hace 20 minutos.

3 comentarios:

Daniel Rivera Marín dijo...

DI EL CORAZÓN UNA VEZ, EN LA CALLE TODAVÍA ENCUENTRO MIGAJAS. MUY BUENO TU CUENTO, NO DEJAS DE SORPRENDERME.

Campanula dijo...

Lo malo de entregar el corazón es que a veces se lo entregamos a los menos indicados y por desgracia nunca lo regresan.

Julibelula dijo...

Jajaja, uno siempre entrega el corazón de buena fé, que lo reciban o no eso es otra cosa. Yo a lo que me refería es a los cobardes afectivos, a los que nunca lo entregan de verdad sino de la boca para afuera!!!!