miércoles, 25 de junio de 2008

Junio 25 de 2008, 08:20

Y bueno.
Ya sé que cualquier cosa que diga hoy no tendrá connotaciones de nada, ni de verdad, ni de mentira, ni siquiera de sospecha.
Sólo puedo decir algo que sonará a declaración, pero siendo así, no será ni remotamente parecido a una verdad o a una mentira o una sospecha.
Hoy, dentro de tanto enredo mental, sale a luz algo claro y sencillo. No tengo nada que decirle al mundo. Ni que me espere, ni que me olvide, ni nada digno de ser repetido o convertido en canciones, ni siquiera en una mala y cursi canción de amor.
No puedo hilar coherencia desde acá, donde me asomo cada día y veo que afuera, entre mi balcón y los otros, donde vive gente que no conozco, y tampoco me importa, solo hay bruma espesa, como yogur. A veces de verdad, a veces que me invento para no ver que hay más gente en el mundo.
Un cigarrillo, con agua de la llave. El tinto es tan laboral que me da pereza en casa, cumplir rituales de calentar agua, medir el café el azúcar y rogar para que no se pase de temperatura, para que no sea necesario buscar hielo en el freezer… más ritos superfluos que dilatan innecesariamente el placer de fumar y pensar.
Quisiera pensar en quienes no están. No en los muertos que tan decentemente ahora descansan de las carajadas diarias y tediosas. No, no en ellos. Pensar en quienes, vivos, no habitan ya mis espacios. Pero son divagaciones, más que certezas, especulaciones mezcla de recuerdo y contemplaciones sin sentido, sin nada que puedan convertirlas en realidad. Pensar en quienes están, en quienes llenan de pasos mis lugares comunes, mis habitaciones… Para qué decir lo que está dicho ya-.
Quiero pensar en quienes aún no sé si estarán o no. Pensar en cómo son, en sus olores y manías, en ese montón de cosas que los hacen quienes son. Cuáles toleraría y cuáles no, qué soportarían de mí y qué sería suficientemente fastidioso e incómodo como para hacerles arrepentir de haberme conocido.
Espero que haya alguna vez un motivo para que alguien desee no haberme conocido. Nada más tedioso que estar compuesto solo de virtud. Ser ese ser adorable del que nadie tiene quejas, que no levanta ni siquiera pasiones al ser un ser perfecto, intocable y muy pero muy decente, como quieren ser la mayoría de las mujeres. Sólo muy pocas tienen la capacidad de admitir que no les avergüenza enloquecer al mundo, detener el tránsito y crear deseos, pero más que el básico deseo de posesión. Es el deseo que genera la intriga, la pregunta de querer saber qué hay detrás de lo que parece ser. A veces no importa no ser, sólo parecerlo.

jueves, 12 de junio de 2008

12 de Junio de 2008, 08:47

Yo soy una güeva.
Lo ví en la calle, o mejor dicho, ví el carro en la calle, no alcancé a ver si era o no.
y me dió hueco en la panza.
Ahora bien, ¿cómo le da a uno hueco en la panza por álguien que se portó de quinta, que trató mal???? yo solo podría contestarlo diciendo que eso pasa cuando uno es un imbécil.
O pensar tal vez que, solo por un instante, fué una rememoración del cuerpo. Un antojo físico, porque la cabeza y el corazón tienen claro, hasta la saciedad, que esa no es la persona, que esa compañía no alegra los días.
Puro recuerdo de la carne, del vicio vacío de emocionarse por la costumbre de tantas noches vividas, de tantos besos. Pero si eso fuera la felicidad, sería tan sencilla como salir a la calle y antojarse del primero que pasara y nos gustara.
Pensándolo bien, yo no soy tan güeva. La güeva es mi panza.

viernes, 6 de junio de 2008

Junio 6 de 2008, 16:21

Un día soleado, por fín.
Un día soleado en mi corazón, apacible, sin pensamientos tristes. Mucha claridad, mucha luz que dice que hay cosas que no se pueden solucionar por ahora, otras que, por fortuna, ya no nunca tendrán solución, y otras que exigen toda mi mente para funcionar.
Proyectos bonitos, con color propio, con mu hermana que es la mejor socia del mundo, casi siempre.
Quiero caminar con la cabeza alta, con el corazón latiend fuerte y recordando aquella actitud de dueña del mundo que se me olvidó por tanto tiempo.
Quiero sentir que no hay límites para mí, que nada me detendrá ahora que sé desde el fondo de mi corazón que mucha gente me acompaña, pero que yo sólo soy responsabilidad mía.

viernes, 30 de mayo de 2008

Mayo 30 de 2008, 1039

No voy a negar que me sorprendió la reaparición de este señor. Repareció como comentario, como "te tengo un chisme y no de los buenos".
Borracho, a las 4 de la mañana, buscando donde seguir la fiesta.
Borracho hasta los huesos, diciendo incoherencias.
Ni siquera preguntó por mí y eso me dió rabiecita.
Pero más que eso lo que me dió fué mucha tristeza.
Pensar que un tipo inteligente y esencialmente bueno pueda seguir acabando con su vida, con lo bueno de su vida que hace poco ha empezado, que hace poco se ha manifestado de forma maravillosa como tantas veces lo deseó.
Y también me dió calma saber que ya no estoy ahí, ni para verlo, ni para sufrirlo, ni para levantarlo ni cuidarlo en sus permanentes metidas de pata.
Por algo es cierto que Dios sabe cómo es que hace lo suyo.
Por fortuna muchos sueños no se materializaron, por fortuna no hubo matrimonio ni cosas más importantes.
Por fortuna, Ud se fué y le dejó el paisaje libre a otros que sepan mirarlo con mejores ojos.
Por fortuna ya no está más acá, ya no estoy más con Ud y sí más conmigo.

jueves, 29 de mayo de 2008

miércoles, 28 de mayo de 2008

viernes, 2 de mayo de 2008

Mayo 2 de 2008, 1019

Hoy, después de desyerbar mis lechugas, que nadaban en maleza, me miro las manos.
Mis uñas quedaron arruinadas, no más bonito esmalte o un largo un tris imprudente para mis costumbres. Todavía, después de lavarlas a conciencia, con cepillito incluido, están un poquito sucias. Tengo arenitas por debajo de las uñas, y dos se descarnaron y me duele escribir, sobretodo las letras que son responsabilidad de mi índice derecho. Pero a pesar de todo, las lechuguitas quedaron lindas, libres, desahogadas y con espacio para crecer felices. No pude terminar todas las eras, empezó a llover y no tenía ganas de mojarme.
Hoy, tengo como tarea desyerbarme la cabeza. Sacarme la maleza que enreda la claridad de mis pensamientos, de mis sentimientos. Mi pobre cabeza está llena de plantas carnívoras y enredaderas tediosas que ahogan y asfixian mis ideas, que se sienten pequeñitas y limitadas para fluir.
Estoy desmalezando, arrancando tanto hierbajo tedioso que se ha asentado en los resquicios de mi cordura. Quiero terminar pronto, aunque en el proceso me arranque una que otra neurona.