jueves, 26 de agosto de 2010

Agosto 26 de 2010, 1827


Sabía, en el fondo de su corazón, que las posibilidades cada vez eran menores, por no decir que nulas.
Ahora, con los jirones de corazón, se había dedicado a tejer telarañas, que se llenan de rocío cada madrugada.
Los pedacitos, cada vez mas finos y frágiles, no se dejaban pegar una vez más.
Tanta felicidad habñia sido milagrosa y providencial. Le había recordado que podía sentir, enamorarse y compartir su felicidad con alguien más, con toda la fe de que fuera para siempre.
Pero de nuevo, no era más que una esperanza, "fué noche amarga del corazón".
Un amor hermoso. Brillante. Lleno de luz del sol.
Un amor que necesitaba ser libre, florecer lejos de los dos, flotar como mota de polvo, como una semilla de cardo. Un amor que no nació para ser corporeo. Que no nació para ser tangible.
Un amor que agradece con toda su alma y la telaraña en la que se ha convertido su corazón.
Un amor que vivirá para siempre en su alma, aunque nunca sea realidad.
Ella sabe que el amor vive feliz de la puerta de su casa, para afuera.

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