domingo, 1 de agosto de 2010

Julio 31 de 2010 1337

Cuando uno cree que ya no puede cargar nada más en las manos y los bolsillos, llega alguien a decirle que afloje la carga, que se suelte un poquito y deje de llenar la casa de trastos inservibles y trebejos viejos.
Y entonces te sentás a hacer inventario y sacás cosas que parecen útiles todavía, pero al final no lo son tanto.
TE descubres liviano, fuerte y limpio.
Encuentras que tienes un montón de espacio para llenar de nuevo.
Y entonces, de la nada, aparece una voz nueva, una presencia especial que empieza darle nuevas luces a tu espacio, a tu cuarto, a tus momentos que antes estaban muertos, puro tiempo vacío.
Y así estoy hoy.
Aprendiendo.
DEscubriéndo... te.
Ansiando tener más y más tiempo para hablarte...
Soñando con tus besos de buenas noches y tus abrazos de buenos días...
Ante mí tengo una hoja a medio escribir... tiene tres renglones escritos con tinta de colores y un excelente encabezado que promete un buen final.
"Había una vez..."

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