miércoles, 24 de marzo de 2010
marzo 24 de 2010, 0826
TOdas las tardes, muy arreglada, con su mejor vestido y su corona, la anciana princesa se sienta con la mano izquierda llena de moscas y la derecha, vacía. Quién quita que en una de esas...
martes, 16 de marzo de 2010
Marzo 16 de 2010, 0810
Alguien se ha robado mi deseo.
Se lo llevó en la maleta. Nunca pensé que pudiera ser sacado de mi casa, de mi cama, de mi cuerpo y poseerse como objeto precioso, preciado, ajeno.
Aún así, yo se que no sabe que lo tiene, que le acompaña tal vez a todas partes, pegado a su piel, persiguiendo su olor para mantenerse vivo.
Yo sigo acá, a muchos kilómetros de distancia, sabiendo que lo trata bien y esperando, que algún día regrese y me lo traiga de vuelta.
Se lo llevó en la maleta. Nunca pensé que pudiera ser sacado de mi casa, de mi cama, de mi cuerpo y poseerse como objeto precioso, preciado, ajeno.
Aún así, yo se que no sabe que lo tiene, que le acompaña tal vez a todas partes, pegado a su piel, persiguiendo su olor para mantenerse vivo.
Yo sigo acá, a muchos kilómetros de distancia, sabiendo que lo trata bien y esperando, que algún día regrese y me lo traiga de vuelta.
sábado, 13 de marzo de 2010
Marzo 13 de 2010, 0757
Nunca le prometió nada porque no hacía falta, porque no eran nada, o por lo menos nada más que buenos amigos.
Pero el día que le entregó una caja llena de estrellas le alegró la vida.
Eran estrellas y además, de chocolate.
Pero el día que le entregó una caja llena de estrellas le alegró la vida.
Eran estrellas y además, de chocolate.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Febrero 10 de 2010, 1752
Cuando te veo, me da una sensación rarísima debajo del ombligo.
Y te imagino muy cerquita, donde pueda olerte y tocarte con las pestañas.
Y me muero de las ganas de meterte muy adentro de mí, sentirte así, prisionero de mi deseo, compañero de mi deseo, dueño de mi placer.
Y abro los ojos, me muerdo los labios y me quedo en silencio. Pero que me da una sensación rarísima debajo del ombligo cada vez que te veo, me da.
Y te imagino muy cerquita, donde pueda olerte y tocarte con las pestañas.
Y me muero de las ganas de meterte muy adentro de mí, sentirte así, prisionero de mi deseo, compañero de mi deseo, dueño de mi placer.
Y abro los ojos, me muerdo los labios y me quedo en silencio. Pero que me da una sensación rarísima debajo del ombligo cada vez que te veo, me da.
martes, 2 de febrero de 2010
Febrero 2 de 2010, 1644
En este pueblo, cuando álguien muere, doblan las campanas.
Ese sonido me arruga el alma, me da un poquito de miedo y como si se me oscureciera la alegría por un instante. Da igual si el muerto es o no conocido. La sensación es la misma.
Cuando pasa el cortejo fúnebre, la plaza enmudece. Ni una canción, ni un murmullo, ni un niño corriendo tras un balón. Las palomas suspenden su vuelo en el aire y los perros se ahogan con un ladrido atravezado en el hocico, como un hueso de pollo.
Por qué cuando a alguno se le muere el amor en el pecho, ¿no doblan las campanas?, ¿ni suspenden su vuelo las palomas?, ¿ni se ahoga un ladrido en el hocico de los perros del parque?
Ese sonido me arruga el alma, me da un poquito de miedo y como si se me oscureciera la alegría por un instante. Da igual si el muerto es o no conocido. La sensación es la misma.
Cuando pasa el cortejo fúnebre, la plaza enmudece. Ni una canción, ni un murmullo, ni un niño corriendo tras un balón. Las palomas suspenden su vuelo en el aire y los perros se ahogan con un ladrido atravezado en el hocico, como un hueso de pollo.
Por qué cuando a alguno se le muere el amor en el pecho, ¿no doblan las campanas?, ¿ni suspenden su vuelo las palomas?, ¿ni se ahoga un ladrido en el hocico de los perros del parque?
viernes, 29 de enero de 2010
Enero 29 de 2010
Esta mañana, cuando amaneció, tenía la certeza profunda y absoluta de haber dormido acompañada.
Tenía un olor inconfundible, característico, en mis manos, en mi pelo, en mi cuerpo.
El sabor de una piel mil veces besada, permanecía, remanente, en mi lengua.
Al abrir los ojos, y despertar por completo, supe que no era más que un sueño.
Ah!, que ganas tengo de que se haga realidad...
Tenía un olor inconfundible, característico, en mis manos, en mi pelo, en mi cuerpo.
El sabor de una piel mil veces besada, permanecía, remanente, en mi lengua.
Al abrir los ojos, y despertar por completo, supe que no era más que un sueño.
Ah!, que ganas tengo de que se haga realidad...
martes, 19 de enero de 2010
enero 20 de 2010, 2123
Caen, melancólicas, las flores rosadas
del guayacán.
Debajo, tímidas, surgen hojas nuevas.
del guayacán.
Debajo, tímidas, surgen hojas nuevas.
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